martes, 2 de octubre de 2012

Prometeo encadenado

Saltar a: navegación, búsqueda

El encadenamiento de Prometeo, por Dirck van Baburen.
Prometeo encadenado (Προμηθεύς Δεσμώτης) es una tragedia de la antigua Grecia, tradicionalmente atribuida a Esquilo, pero actualmente es considerada por muchos eruditos el trabajo de otra mano, quizás durante el siglo IV a. C. Sin embargo, todavía es incluida normalmente en las ediciones de Esquilo. Hay pruebas que era la primera parte de una trilogía, pero de las otras dos partes, Prometeo liberado y Prometeo portador del fuego, sobreviven sólo fragmentos.

Contenido

Personajes

Argumento

Contexto


El tormento de Prometeo, por Paul Rubens.
La obra está basada en el mito de Prometeo (del griego antiguo Προμηθεύς, o ‘pre visión’), un titán. Prometeo había engañado a los dioses haciendo que recibieran la peor parte de cualquier animal sacrificado y los seres humanos la mejor. Además, había robado el fuego para entregárselo a los mortales y por eso fue castigado por el dios Zeus. Además, Prometeo poseía el conocimiento profético de la persona que un día derrocaría a Zeus, pero rechazaba divulgar esta información.

Encadenamiento

Fuerza y Violencia, junto con Hefesto, llevan preso a Prometeo para que este sea encadenado en una roca, en la región de Escitia.
Fuerza apremia a Hefesto para que cumpla la orden de Zeus y encadene al titán. Hefesto tiene sus dudas, porque Prometeo es pariente suyo, pero sabe que no puede desobedecer a Zeus, así que cumple la orden. Una vez encadenado, Prometeo se lamenta por su destino:
Por haber proporcionado un privilegio de los mortales me veo unido al yugo de esta necesidad, desdichado.

Prometeo explica el origen de sus males

Un coro de Oceánidas ha acudido a tratar de consolarle. Prometeo dice que preferiría haber sido arrojado al Tártaro para que nadie pudiera ver su desgracia. También señala que Zeus acudirá a suplicarle para que, por sus conocimientos proféticos, le revele el plan por el que se le pretenderá despojar de su calidad de rey de los dioses. Prometeo insiste en que no piensa revelarlo hasta que no sea liberado de sus cadenas.
Luego explica que estuvo de parte de Zeus en la lucha que mantuvo contra los titanes. Sin embargo, se opuso a que la raza de los mortales fuera aniquilada por Zeus, concediendo a éstos el fuego así como ciegas esperanzas.
Después llega Océano. En primer lugar aconseja a Prometeo que deje de injuriar a Zeus puesto que podría sufrir por ello peores castigos y además le ofrece su ayuda, diciéndole que intentará conseguir su liberación. Prometeo, sin embargo, insiste en que se mantenga alejado del asunto para evitar sufrir castigos como ya sufrieron Atlas o Tifón. Océano se va y Prometeo sigue explicando cómo benefició a los mortales: les enseñó a predecir el movimiento de las estrellas, los números, la escritura, el uso de los animales para trabajos agrícolas, las medicinas, el arte de la adivinación, el modo de interpretar los sueños, el modo de hacer señales con el fuego y los minerales bajo tierra.

La transformación de Ío

Llega después Ío, que había sido transformada en ternera.
Ío explica a las Oceánides la causa de su transformación: constantes sueños la habían advertido de que Zeus deseaba unirse a ella y tras consultar y obedecer los oráculos, Ínaco, su padre, la había expulsado y desde entonces se había transformado en ternera y había sido vigilada por Argos por orden de Hera hasta que éste murió, pero desde entonces seguía siendo constantemente picada por un tábano y caminaba errante por el mundo.

Profecía sobre el destino de Ío

Ío había pedido a Prometeo que profetizase cuál será su futuro y éste le dice que, tras atravesar la tierra de los escitas, llegará a la de los cálibes. A continuación debe atravesar el Cáucaso hasta llegar a tierra de las Amazonas, que le indicarán la ruta a seguir, que será atravesando el estrecho del Bósforo hasta llegar a Asia. A continuación debe llegar a una llanura llamada Cístene, donde viven las Greas y cerca de ellas sus hermanas, las Gorgonas. Debe prevenirse contra los grifos y contra los arimaspos. Luego debe proseguir hasta la primera catarata del río Nilo y la corriente de este río la guiará hasta un territorio donde ella y sus descendientes fundarán una colonia (Náucratis). Allí, en el delta del Nilo, Ío será devuelta a su forma de mujer y Zeus engendrará en ella descendencia. Cinco generaciones más tarde, cincuenta doncellas (las danaides) regresarán a Argos y matarán a sus esposos excepto a uno de ellos. Entre la descendencia de la doncella que no mató a su esposo se encontrará un varón famoso por su arco (Heracles) que será el que libere por fin a Prometeo.

Profecía sobre el destronamiento de Zeus

Prometeo explica también que Zeus será destronado, a través de una boda de la que no puede dar más datos pero que producirá un hijo más fuerte que su padre. Solo podría librarse de este destino si un descendiente de Zeus lo libera de sus cadenas.
En ese momento aparece Hermes, a quien Zeus ha enviado para instar a Prometeo a que revele con claridad la profecía. Prometeo se niega e indica a Hermes que prefiere ser desgraciado a ser un siervo de Zeus como es él. Pero Hermes le amenaza con que si se niega a hablar primero Zeus provocará una tempestad que hará que la cumbre de la montaña bajo la que está caiga encima de él y más tarde un águila acudirá todos los días a devorar su hígado. Prometeo dice que no piensa ceder y que todo eso que le anuncia ya lo sabía.
La tempestad anunciada por Zeus ya da inicio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario